Primer contacto del usuario con los dispositivos de Salud Mental. La creación de contextos terapéuticos.

1. Se plantea quién debe hacer el primer contacto con el demandante. Si, por ejemplo, un administrativo «cualificado» puede recoger las primeras informaciones o ese contacto, por la complejidad del mismo, debe realizarlo, necesariamente, un componente del equipo de Salud Mental. 2 Existe unanimidad...

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Detalles Bibliográficos
Autores principales: Luis Doria Prieto, Carmen Fernández Rojero, Luisa López Rodríguez, Rafael Casas Rivera, Enrique García Bernardo
Formato: article
Lenguaje:ES
Publicado: Asociacion Espanola de Neuropsiquiatria 1988
Materias:
Acceso en línea:https://doaj.org/article/23797eb0e9a24db8b824a579b4ec4299
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Descripción
Sumario:1. Se plantea quién debe hacer el primer contacto con el demandante. Si, por ejemplo, un administrativo «cualificado» puede recoger las primeras informaciones o ese contacto, por la complejidad del mismo, debe realizarlo, necesariamente, un componente del equipo de Salud Mental. 2 Existe unanimidad en que primer contacto y evaluación son diferentes momentos de intervención (en alguna comunicación no parecían claramente diferenciadas). 3.En cuanto a la creación de «subequipos especializados» y a la «derivación» dentro del equipo de Salud Mental, se manifiestan dos posiciones: una, que cuestiona la «compartimentación» por generadora de disfunciones en el equipo y otra, que niega que tengan que darse compartimentos estancos, que defiende la reunión del equipo de Salud Mental como instrumento corrector y que propugna una «orientación terapéutica consensuada». 4. Mayor controversia despierta el caso de primer contacto establecido mediante urgencia psiquiátrica. Hay quien señala que el equipo de Salud Mental ambulatorio o comunitario debe prestar una «atención preferente», dentro de su «actividad normalizada», a los grupos sociales de alto riesgo, a las intervenciones en crisis y a las urgencias y ofrecer disponibilidad al Centro de Urgencias Generales. En otra intervención, se definen las urgencias psiquiátricas como «maniobras relacionales potentes» y se mantiene la importancia de la cualificación profesional de quienes las atienden, para evitar quedar «atrapados» mediante respuestas inmediatas incorrectas. Se postula la colaboración con la primera línea de atención de salud (médicos de cabecera, pediatras, etc.). Esta intervención suscita diversos interrogantes: a) ¿Se está negando la realidad de la urgencia psiquiátrica? b) ¿Se confunde la «urgencia real» con la «falsa urgencia»? c) ¿Si no se da una respuesta adecuada las urgencias psiquiátricas ambulatorias, no se está designando al hospital como su lugar preferente de atención?, ¿no se promueve la hospitalización como respuesta? A este cuestionamiento, el ponente responde que desde su enfoque epistemológico, la urgencia psiquiátrica existe, pero como «maniobra relacional» que exige del profesional de Salud Mental una «contramaniobra» y, por tanto, «la búsqueda de tiempo». 5. Se pregunta si determinados «modelos» de apariencia sofisticada que, a veces, actúan en territorios cuyos recursos de Salud Mental no están coordinados, podrían «resistir la presión asistencial» que soportan las áreas coordinadas. También se critica a dichos «modelos» por «seleccionar» la demanda que se adapta a sus planteamientos y se pone en cuestión la relación coste-beneficio de los mismos. Se contesta que lo que se etiqueta como «modelo» es una hipótesis de trabajo y que se quiere hablar de «modelos»; ahí está el «modelo INSALUD» como oferta generalizada a los usuarios y que la forma de evitar la selección de la demanda es la responsabilización por parte del equipo de Salud Mental de toda la demanda de un territorio, lo que lleva años solicitándose a la Administración. 6. Finalmente, quienes trabajan en el nivel hospitalario, que son clara minoría, hacen notar el escaso eco despertado en el debate por su comunicación. Aseguran no tener la más mínima duda de la existencia de su lugar de trabajo y de sus personas.