De Cuba al Caribe y al mundo: La santería afrocubana como religión entre patrimonio nacional(ista) y transnacionalización

Después de Pierre Verger (1976) ha sido Lorand Matory (1999b) quien puso en claro que, como subjeto cultural, los esclavos traidos desde África al Nuevo Mundo para trabajar en las minas, las plantaciones o en las casas de la nobleza nunca perdieron la relación con el continente de donde provenían. S...

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Autor principal: Lioba Rossbach de Olmos
Formato: article
Lenguaje:ES
Publicado: Universidad del Norte 2007
Materias:
Acceso en línea:https://doaj.org/article/380c36f4192d429bb3c501cd28042511
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Descripción
Sumario:Después de Pierre Verger (1976) ha sido Lorand Matory (1999b) quien puso en claro que, como subjeto cultural, los esclavos traidos desde África al Nuevo Mundo para trabajar en las minas, las plantaciones o en las casas de la nobleza nunca perdieron la relación con el continente de donde provenían. Siempre han habido negros marineros, comerciantes libres o libertos que mantenían de una u otra manera el contacto y actuaban de mensajeros, intermediarios y protagonistas del intercambio. Este panorma no cambió tampoco por completo en las generaciones posteriores. De este modo además de mercancías y productos nativos también los pensamientos, corrientes ideológicas y movimientos cruzaron el oceano desarrollando su propia dinámica a cada uno de los lados. Esto no quiere significar que los esclavos gozaban de una verdadera libertad de movimiento. Los que vivían en ciudades portuarias tuvieron ventajas en relación a estos contactos en comparación con aquellos que tuvieron que trabajar en las plantaciones de azúcar. Los esclavos empleados para lavar el oro en algún río lejano tal vez nunca participaban en este intercambio. Pero para el negro como subjeto cultural este diálogo de vida, como lo denomina Matory, si existió. Tanto Matory como Verger se concentran en los contactos entre Brasil y el Golfo de Benin los que han sido los más intensos por ciertas particularidades históricas, pero Matory enfoca también a Cuba. Sin embargo ni el uno ni el otro han previsto que este díalogo cultural bajo las condiciones de la globalización se amplaría notablemente involucrando cada vez más actores y más regiones con diferentes historias individuales y trasfondos nacionales así como culturales. Lo que antes era el marinero, comerciante o liberto es en la actualidad el migrante con sus nuevas tecnicas de comunicación. El diálogo de la vida se ha multiplicado. En estas condiciones la santería misma se ha vuelto una religión en pie de viaje. Sus discursos y sus debates internos se desarrollan en torno a las posibles diferencias de los conocimientos mitológicos y de la práctica ritual entre Nigería y Cuba, pero al mismo tiempo se hace presente un espectro mucho más amplio de movimientos, corrientes e ideologías. La santería, mientras avanza en su carácter transnacional, crea al mismo tiempo continuamente enraizamientos nuevos locales. En la actualidad ella demuestra una particularidad que la comparte con muchas de sus deidades: Tiene asi se dice de algunos orichas que integran aspectos muy diferentes diferentes caminos.