¿Existe la filosofía de la técnica? Sobre ciencia, técnica, utopía y distopía
El hombre necesita crearse su propio medioambiente para sobrevivir y llevar adelante una existencia plenificante. En esa tarea, la técnica primero y, de mano de la ciencia, la tecnología después, le han permitido colocar a la naturaleza a su propio servicio, en una carrera de progreso que prometía...
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Formato: | article |
Lenguaje: | ES |
Publicado: |
Universidad de Montevideo
2021
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Materias: | |
Acceso en línea: | https://doaj.org/article/52ba59c564c8479698723e822f2f85d2 |
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Sumario: | El hombre necesita crearse su propio medioambiente para sobrevivir y llevar adelante una existencia plenificante. En esa tarea, la técnica primero y, de mano de la ciencia, la tecnología después, le han permitido colocar a la naturaleza a su propio servicio, en una carrera de progreso que prometía la utopía. Sin embargo, nada en el ámbito humano es tan sencillo ni tan lineal, y la misma tecnología que ha permitido conquistas innegables también trae aparejados sus costos, sus pérdidas y puede significar una amenaza. Los problemas medioambientales y la posibilidad de transformar en otra a nuestra propia naturaleza (como proponen las narrativas transhumanistas) son dos ejemplos suficientemente claros. Urge, por lo tanto, una filosofía de la tecnología, como un movimiento críticamente reflexivo capaz de plantear preguntas radicales y hacer ponderaciones holísticas. Así, en el mundo en el que vivimos se hace necesario conjugar la razonable especialización de los científicos con su incompetencia para fijar los fines últimos de su propia actividad. Las consecuencias de este tipo de desarrollos son demasiado importantes y afectan a la sociedad entera, como para estar en manos de un nuevo «despotismo ilustrado». También es imprescindible re-proponer una noción verdaderamente humana de Bien Común, frente a la poderosa tendencia reduccionista que lo confunde con el mero bienestar asequible mediante el progreso económico. Por último, conviene sacar a la luz algunas verdaderas pérdidas inducidas por la omnipresencia tecnológica que, en líneas generales, se podrían calificar como un eclipse de lo real frente a lo virtual y la correlativa creciente inhabilidad para el «ensimismamiento» de un hombre volcado a la inmediatez y la exterioridad de la conectividad tecnológica.
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