La educación a padres en los programas de salud desde una perspectiva de desarrollo humano

La educación de los padres o adultos significativos constituye un valioso aporte para el logro de mejores ambientes de desarrollo de los niños. Es importante la comprensión del proceso de desarrollo de los niños para una interacción más productiva y agradable entre éstos y los adultos. Los conoci...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Fernando Peñaranda Correa
Formato: article
Lenguaje:EN
ES
PT
Publicado: Universidad de Manizales 2003
Materias:
H
Acceso en línea:https://doaj.org/article/6f40232cc8584dde8207ce34323bf4e0
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Descripción
Sumario:La educación de los padres o adultos significativos constituye un valioso aporte para el logro de mejores ambientes de desarrollo de los niños. Es importante la comprensión del proceso de desarrollo de los niños para una interacción más productiva y agradable entre éstos y los adultos. Los conocimientos sobre el desarrollo humano constituyen un valioso aporte para esta función. Se hace un particular énfasis en las teorías de Piaget y Vygotsky sobre la comprensión del desarrollo del ser humano, pero también en el análisis de los procesos educativos que median este desarrollo. Los tres primeros años son un momento crítico de la vida, siendo la relación padreshijo crucial, en especial, la relación madre-hijo. Esta relación está condicionada por la historia personal de la madre, lo cual significa una interacción de factores individuales y colectivos, psicológicos y culturales. Los planteamientos de Stern sobre la constelación maternal y de Berger y Luckman sobre la socialización primaria presentan insumos valiosos para entender esta interacción. El artículo finaliza con la identificación de algunas implicaciones de las anteriores reflexiones para la educación a padres en los programas de salud: una concepción de niño como sujeto de su propio desarrollo; la necesidad de concebir programas contextuados cultural, social y económicamente; tomar los adultos como eje y no como intermediarios de la atención a los niños; centrar los currículos en el desarrollo humano de niños y adultos y no solamente en las enfermedades; una mayor valoración del período de la vida que va desde la concepción hasta los tres años; y una posición de respeto hacia los conocimientos y el sentido común de los adultos significativos por parte de los funcionarios de salud