Principios que justifican la metodología no formal en la educación de adultos
Si se entiende la educación formal como aquella que acontece en aulas, horarios y programas preestablecidos y que desemboca en una titulación académica estandarizada, la educación "no-formal" se materializa fuera del marco institucional escolar, de modo que la comunicación educativa no...
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Autor principal: | |
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Formato: | article |
Lenguaje: | CA EN ES |
Publicado: |
Universitat Autònoma de Barcelona
1982
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Materias: | |
Acceso en línea: | https://doaj.org/article/8b76b3e3f5f84c188145d9913e554817 |
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Sumario: | Si se entiende la educación formal como aquella que acontece en aulas, horarios y programas preestablecidos y que desemboca en una titulación académica estandarizada, la educación "no-formal" se materializa fuera del marco institucional escolar, de modo que la comunicación educativa no se ve constreñida por programas prefijados, ni precisa ineludiblemente de la comunicación presencial entre profesor y alumno. Las metodologías "no-formales" son especialmente adecuadas para la educación de adultos puesto que tal educación demanda de contenidos aplicativos a la realidad e intereses del grupo estructurados de manera interdisciplinaria, y donde el profesor tiene más la tarea de facilitador del aprendizaje que la de informador sistemático. El adulto demanda de sistemas didácticos que permitan la individualización de material apropiado a su mentalidad y de convivencia intensa con otros miembros de la colectividad en que vive. Por todo ello la metodologia didáctica que se aplique ha de ser abierta y flexible para responder a las indicadas necesidades. Los textos impresos y los medios de comunicación de masas tienen su papel específico, por cuanto permiten la individualización y suponen una fuente motivadora. Pero sigue siendo el profesor en contacto directo con el grupo el principal elemento dinamizador del aprendizaje; sólo a través de la comunicación directa se conseguirán los propósitos de sensibilización concientizadora. El cumplimiento de estas funciones está, sin embargo, condicionado a la preparación y personalidad del profesor en cuestión, quien debe unir a los conocimientos psico-pedagógico-sociales relatives a los adultos, unas dotes personales de comprensión', equilibrio emocional y adaptabilidad. En síntesis, no se puede pensar hoy en la educación de adultos como simple tarea compensatoria de una escolaridad primaria no realizada o insuficiente. La vida moderna justifica su concepción como tarea permanente y no reducible a unos esquemas formales de la escolarización. |
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