La violencia y la paranoia en las memorias de un sub-oficial del ejército de Colombia.
La Violencia no tiene un comienzo ni un final que se pueda identificar con un acontecimiento político o de cualquier otra índole. Comienza a presentarse alrededor de los años 1946-1947 y el 9 de abril de 1948, día en que las turbas exaltadas destruyen a Bogotá como consecuencia del asesinato del Jo...
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Formato: | article |
Lenguaje: | ES |
Publicado: |
Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP)
2001
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Acceso en línea: | https://doaj.org/article/e26a0aee5c784a1a950b23ab2e231faa |
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Sumario: | La Violencia no tiene un comienzo ni un final que se pueda identificar con un acontecimiento político o de cualquier otra índole. Comienza a presentarse alrededor de los años 1946-1947 y el 9 de abril de 1948, día en que las turbas exaltadas destruyen a Bogotá como consecuencia del asesinato del Jorge Eliécer Gaitán, no constituye más que un momento de un proceso que ya se había iniciado. Hasta 1949 La Violencia se desarrolla en las ciudades y en el escenario de la política nacional; desde este momento se comienza a desplazar a las zonas rurales, y las ciudades funcionan más bien como <<zonas de refugio>>.
Frente a la atrocidad de los enfrentamientos, los sectores dominantes del país comienzan, a partir de 1952, a tomar medidas para detener un conflicto que al principio ellos habían estimulado o, al menos, dejado pasar sin oposición. El arraigo de la lucha en las culturas populares, y la autonomía que tomada de un día al otro, amenazaban seriamente la estabilidad política del país. En estas condiciones tuvo lugar en 1953 un <<golpe de estado>> militar promovido por los sectores dominantes de los dos partidos. El Gobierno militar instalado en el poder en junio de 1953 tiene éxito en detener el conflicto aproximadamente en la mitad del territorio tomando medidas como la amnistía para los hombres en armas, y una política de reintegración de las zonas afectadas a la vida del país.
En 1957 los líderes de los partidos políticos se ponen de acuerdo para crear un pacto para compartir el poder durante 16 años a partir de 1958. Esta medida logra detener aún más los enfrentamientos. A partir de ese momento los guerrilleros que continuaban obstinadamente la lucha pierden toda la cobertura de las instituciones, y no pueden actuar bajo la protección, o a nombre de los partidos.
El país vive en este momento una especie de <<amnistía implícita>> bajo la cobertura de una gran ajuricidad: el perdón y el olvido para los crímenes anteriores, y la lucha a muerte contra los que se seguían obstinando en la violencia. La utilización de la fuerza substituía los mecanismos del Derecho. Se trataba simplemente de buscar los bandoleros allí donde se encontraran, con el solo fin de hacerlos desaparecer.
Es en este contexto histórico donde se inscribe nuestro tema de análisis. Muchas de las gentes que habían participado en La Violencia escriben sus memorias, cuentan sus recuerdos, o tratan de analizar el fenómeno. En el Ejército igualmente, muchos oficiales, con el apoyo de sus jefes, escribieron libros que llegaron a ser muy conocidos en la literatura sobre el tema. Pero, entre todos los textos escritos por actores de violencia que hemos consultado, el más importante de todos sin lugar a duda, al lado de Balas de la ley, de Alfonso Hilarión, Las Guerrillas del Llano de Eduardo Franco Isaza, o Lo que el cielo no perdona de Fidel Blandón Berrío (o Ernesto León Herrera) que nos cuenta las vicisitudes de la resistencia liberal, es el del oficial de ejército Evelio Buitrago Salazar, llamado: ZARPAZO. OTRA CARA DE LA VIOLENVIA. MEMORIAS DE UN SUBOFICIAL DEL EJÉRCITO DE COLOMBIA.
Palabras Clave: Gobierno militar, Violencia, Bandoleras, Ejercito
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