Evaluación de la mortalidad de bosques de ñirre (Nothofagus antárctica) en la Patagonia chilena mediante imágenes Landsat TM y ETM+

Los bosques de ñirre (Nothofagus antárctica) han experimentado en las últimas décadas un importante proceso de mortalidad. El objetivo de este trabajo fue elaborar una cartografía de las masas de ñirre en función de la fracción de cabida cubierta del dosel arbóreo y el nivel de mortalidad en la XII...

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Detalles Bibliográficos
Autores principales: Navarro Cerrillo,Rafael M, Rosenfeld,Mauricio, Pérez-Aranda,Jaime, Padrón,Eva, Guzmán,José R, Hernández Clemente,Rocío, González,Luis
Lenguaje:Spanish / Castilian
Publicado: Universidad Austral de Chile, Facultad de Ciencias Forestales 2008
Materias:
Acceso en línea:http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-92002008000100008
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Descripción
Sumario:Los bosques de ñirre (Nothofagus antárctica) han experimentado en las últimas décadas un importante proceso de mortalidad. El objetivo de este trabajo fue elaborar una cartografía de las masas de ñirre en función de la fracción de cabida cubierta del dosel arbóreo y el nivel de mortalidad en la XII Región de Chile. En una zona entre las ciudades de Puerto Natales y Punta Arenas (50°40' - 52°40' S y 69°15' - 74°15' O) se realizó un muestreo estratificado en 68 parcelas, donde se midieron: fracción de cabida cubierta, mortandad del arbolado, altura, diámetro normal (DAP) y regeneración. Mediante clasificación de dos imágenes Landsat TM (1986) y ETM+ (2002) se estudiaron el estado de las masas de ñirre y la evolución de la mortandad en un periodo de 16 años, utilizando el índice de vegetación normalizado (NDVI). En el año 2002 los bosques de ñirre se caracterizaban por una elevada fracción de cabida cubierta, tallas y diámetros medios, y una escasa regeneración. Más de la mitad de la superficie de estudio (casi 28.000 ha) presentaba algún grado de mortandad del arbolado, con 7.585 ha de bosques totalmente muertos. El patrón de mortandad, por comparación con el estado del arbolado en 1986, indicó una tendencia a mejorar el estado del arbolado en los últimos 16 años, lo cual parece confirmar la hipótesis de que los procesos de mortandad en esta especie no están asociados a un cambio en el patrón climático en la zona, sino más bien a la modificación del régimen de perturbaciones