La mejora de la calidad de la formación obligatoria: el absentismo como síntoma
Cuando nos referimos al éxito o al fracaso escolar, en realidad, nos estamos interrogando acerca del modelo de sociedad —o de ciudad— que deseamos tener dentro de diez o veinte años. Por lo tanto, el éxito o el fracaso escolar no es una cuestión sectorial, no compete tan sólo a los profesionales de...
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Formato: | article |
Lenguaje: | CA EN ES |
Publicado: |
Universitat Autònoma de Barcelona
2008
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Acceso en línea: | https://doaj.org/article/7d0cd4d623f44ec9b9df1099bf5caa16 |
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Sumario: | Cuando nos referimos al éxito o al fracaso escolar, en realidad, nos estamos interrogando acerca del modelo de sociedad —o de ciudad— que deseamos tener dentro de diez o veinte años. Por lo tanto, el éxito o el fracaso escolar no es una cuestión sectorial, no compete tan sólo a los profesionales de la educación, sino que va mucho más allá.
En efecto, la escolaridad hasta los dieciséis años se predica, en los textos legales de nuestro país, como universal y obligatoria para la población infantil y juvenil. Constituye, por lo tanto, una declaración de prioridad de orden político. La razón última y justificativa de esta meta es que un modelo social de la complejidad del nuestro sólo puede ser sostenible, y progresar, con un nivel de desarrollo educativo y humano, universalizando la formación hasta unos niveles de aprendizaje que se han concretado en la etapa de ESO. Dicha finalidad apunta tanto al desarrollo de competencias y de habilidades, de estrategias de tipo intelectual y de sociabilidad, como de destrezas de aplicación técnica en el entorno en el que se relacionan los individuos.
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